Pan de la Palabra. III Domingo de Pascua




PARROQUIA Nª Sª DE LA SALUD - SEVILLA-III DOMINGO DE PASCUA 15 ABRIL 2018
(Tomada de PARROQUIA DE SAN PÍO X)

ORACIÓN INICIAL:

Señor resucitado, sé nuestra fuerza y nuestra vida.
Danos la paz y la alegría de vivir.
Ábrenos a la inteligencia de las Escrituras
y enséñanos a caminar tras tus huellas.
Haz de nosotros una comunidad en marcha,
viva y de vivificadora.
Pon calor en nuestros corazones
y humildad en nuestra vida entera,
para reconocerte como vivo en medio de tanta muerte.
Señor resucitado, que tu vida se desborde en nosotros,
de modo que fluya sobre los que nos rodean
con obras de perdón compasivo
y de generosidad sin medida.

EL RESUCITADO, VIENTO DE DIOS

DEl cristiano, seguidor de Jesús, no vive solo de su recuerdo, ni de lo que otros le cuenten de él. Vive de la presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros. Lo que sucedió en aquella primera comunidad, es lo que sigue ocurriendo hoy. El Resucitado, se hace presente y, a todos y a todas, llena de su Vida. Jesús resucitado es como el viento, el aire y el aliento de Dios. El viento no se ve, pero se le siente. Jesús resucitado es un Viento, un Aire que humaniza la vida, abre caminos a la justicia y a la fraternidad, alienta la lucha por otro mundo más solidario y capacita para vivir desde el amor.
De pequeños decíamos que el viento es aire en movimiento. Pues eso es el resucitado, “El Aire de Dios en movimiento”. El Aire está ahí y “en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17,28) casi sin darnos cuenta. Jesús resucitado, Viento y Aire de Dios, se ha convertido en la fuerza vital definitiva para que la humanidad se humanice de verdad.

LA PALABRA DE DIOS: Lucas 24, 35-48

"En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: ¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ¿Tenéis ahí algo que comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito es la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las escrituras. Y añadió: Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto”.

PARA COMPRENDER MEJOR EL TEXTO:

CONTEXTO: Jesús “está” entre sus discípulos, pero, junto a los cuentan sus experiencias de encuentros con el Resucitado, como los de Emaús o Pedro, los hay que no han tenido todavía ninguna experiencia de encuentro con Él y no saben qué pensar. Por ello,

EXPLICACIÓN: Jesús se “presenta” entre ellos y les ofrece “la paz”. Ellos “no acaban de creer”, a pesar del esfuerzo de Jesús para que comprenda lo que ha sucedido. Quiere convertirlos en “testigos”, para que hablen de su experiencia y prediquen en su nombre.

Jesús es reconocido, aunque no comprendido, no como un fantasma o un desconocido, sino como el amigo “crucificado”: “mirad mis manos y mis pies”. Este detalle tiene su importancia: Dios ha resucitado a un crucificado; es decir, Dios ha resucitado a alguien que ha anunciado a un Dios que ama a los pobres y perdona a los pecadores; alguien que se ha puesto del lado de las víctimas del sistema político-religioso vigente y que, por ello, ha sido perseguido, pero ha mantenido hasta el final su confianza en Dios. En la resurrección no solo se nos manifiesta la omnipotencia de Dios sobre la muerte, sino, también, la Justicia de Dios sobre las injusticias.

CONCLUSIÓN: Creer en Jesús resucitado no es cuestión de un día. Es un proceso que, a veces, puede ser largo, y que siempre comienza confiando en él, haciéndole sitio en nuestra vida. Solo esta experiencia nos constituye en “testigos”. Una experiencia que no se puede callar, porque lo que se vive, se contagia. El testigo comunica lo que vive; habla de lo que le ha pasado a él. La verdadera fe cristiana comienza con el encuentro personal con Cristo, sintiéndose acompañado por un Jesús Vivo con el que podemos contar y en el que podemos confiar. Sólo Él nos puede hacer vivir, amar, servir y esperar a pesar de nuestras debilidades y de nuestros fracasos.

PARA DIALOGAR EN EL GRUPO O EN LA FAMILIA

El mayor obstáculo para la fe hoy, parece que no está en el ateísmo, sino, sobre todo, en la indiferencia, en la postura de la mayoría social que no se interesa por el sentido de la vida ni por el misterio de la muerte, “pasa” de todo, menos del dinero, de la seguridad y del bienestar…

¿Qué podríamos aportar las comunidades cristianas para combatir la indiferencia que deshumaniza?

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

El Evangelio del día, termina con estas palabras puestas en la boca de Jesús: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas”

¿Te sientes testigo de la resurrección de Jesús?
¿Cómo lo expresas?

PARA LA ORACIÓN PERSONAL O EN FAMILIA:

  • Prepárate para este encuentro con Jesús… Deja que Él se haga presente en tu vida… Ábrete a la paz que te ofrece.
  • Mira las manos de Jesús, sus pies, su costado…, son las señas de identidad del Resucitado… Reconócelo en aquellos en los que Él se hace presente: en los humillados, en los debilitados, en los oprimidos…
  • Pídele la gracia de ser su testigo… ¿entre quienes? ¿Para qué? ¿Dónde?...
  • Termina este rato de oración, dándole las gracias y con esta o parecida plegaria:

Señor quiero ser mensajero de tu Palabra;
dame valentía para llevarla a los que viven en mi casa y a todos mis vecinos.
Quiero ser anunciador de tu Buena Nueva;
dame alegría para contagiar a otros la gratuidad de tu amor.
Quiero ser constructor de comunidad;
dame comprensión para escuchar y para unir a las personas.
Quiero ser tu testigo;
quiero mostrar con mi vida que Tú estás en medio de nosotros
como hermano de todos y de todas.


LA FE DEL TESTIGO

El testigo ha “visto” y “tocado” a Jesús;
convive con él y comparte su amistad.
Cree en la causa de Jesús,
que es la causa de los pobres.

El testigo cree que Jesús vive
y se puede encontrar
en toda experiencia humanizadora,
construida sobre amor y libertad.

El testigo cree que la resurrección de Jesús
implica la resurrección de los vencidos.
Por eso, para el testigo,
el sepulcro aún no está vacío:
Muchos y muchas viven aún en la fosa.

El testigo cree que la resurrección de Jesús
significa que la Vida ha vencido a la muerte,
a pesar de tanta hambre, tanto paro…
a pesar de la violencia que acompaña la vida.

El testigo de la resurrección de Jesús
vive como persona resucitada,
no vive “para sí, sino para los demás”,
convencida de que “otro mundo es posible”.

Por eso, para el testigo,
este no es el momento del miedo y la soledad.
No es el día de la dispersión
ni de hacer caminos en solitario…
Es el momento de la solidaridad.
Es el día de la comunión.

Ahora es el tiempo de darse la mano,
de luchar unidos y, juntos, gritar.
Ahora, lo oportuno, es creer y esperar;
Ahora, lo necesario, es sencillamente luchar
para hacer nueva la vida
e impregnarlo todo de justicia y verdad.

LECTURAS DEL PRÓXIMO DOMINGO, 18 de Febrero de 2012


Hechos 3, 13-15.17-19: “Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos”.

Salmo 4: “Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor”.

1 Juan 2, 1-5: “En quién guarda su palabra, la plenitud de Dios ha llegado a él”.

Lucas 24, 35-48: “Jesús se presento en medio de ellos y les dijo: Paz a vosotros… Vosotros sois testigos de esto”.

RECUERDA




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