Pan de la Palabra. Domingo de la Trinidad



PARROQUIA Nª Sª DE LA SALUD - SEVILLA - DOMINGO DE LA TRINIDAD 27 MAYO 2018
(Tomada de PARROQUIA DE SAN PÍO X)

ORACIÓN INICIAL:

Dios y Señor nuestro, Padre, Hijo y Espíritu, Tú eres un Dios que haces maravillas; eres Padre y Madre, fuente de todo bien y de todo amor; eres el Humilde Señor de la tierra; eres quietud, gozo y alegría; eres un Dios-Familia, uno y trino; eres comunión y misericordioso salvador; eres nuestra fuerza y nuestro ánimo. Gracias por hacernos a tú imagen y por llamarnos a reproducir tu imagen en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad. Amén.

NO ESTAMOS SOLOS NI ABANDONADOS

El evangelio de Mateo no termina como el de Lucas con el relato de la Ascensión, sino con una frase inolvidable: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final”. Esta es la fe que ha animado siempre a las comunidades cristianas. No estamos solos ni perdidos entre tantos problemas eclesiales y sociales; ni estamos abandonados a nuestras propias fuerzas y miserias. Él esta con nosotros.
Jesús, nunca debe ser para nosotros un personaje del pasado, a quien se venera y se da culto, sino alguien vivo, que anima, que vivifica y llena con su espíritu a cualquier comunidad, también la tuya, por pobre, cansada y mayor que se sienta.
Cuando dos o tres se reúnen en su nombre, allí está él con su aliento y fuerza dinamizadora. Por eso, de nuestra parte, no podemos olvidarlo. Cuando nos encontramos con alguien abandonado, perdido y necesitado, nos estamos encontrando con el Señor que solidarizó con ellos de forma radical. Por eso, nuestra fidelidad a Jesús vivo, no se realiza en ningún lugar mejor que en la solidaridad y en la justicia a los injustamente tratados.
El Señor está en la Eucaristía, alimentando las razones para creer y seguir esperando, para celebrar y seguir luchando, para decirnos como realizar nuestra misión. Está en los débiles moviendo nuestros corazones al amor compasivo y liberador. Esta cada día animando a cada uno y a cada una y a la Comunidad.

LA PALABRA DE DIOS: MATEO 28, 16-20

“Los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

PARA COMPRENDER MEJOR EL TEXTO:

SITUACIÓN: Mateo, al comienzo de su Evangelio, presentaba a Jesús como el Emmanuel, el Dios con nosotros. Ahora, lo termina con la misma convicción: "Yo estaré con vosotros hasta el final". Este era el punto central de la fe de la comunidad de los años ochenta (d. de C.) y continúa siendo el punto central de nuestra fe.

EXPLICACIÓN: En Galilea, los discípulos, habían recibido la primera llamada y la primera misión. Y es, en Galilea, donde todo comenzará de nuevo.

Jesús comunica a los discípulos la misión de hacer discípulos a toda la gente, comunicarles su Palabra y bautizarles en “el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. De esta, Mateo insiste en el compromiso del que se bautiza: Primero, creer en Dios Padre, que nos hace sus hijos e hijas, que nos capacita para amar con su mismo amor y “gastar la vida” en construir la hermandad humana. Segundo, vivir como Jesús vivió, entregado a los demás y buscando el bien común. Tercero, confiar en que el Espíritu nos guía en este camino, porque Él “hace posible lo que parece imposible para la condición humana”. Por eso, Jesús promete su presencia entre nosotros para siempre.

APLICACIÓN: Cada uno tiene una idea de Dios, pero Dios no es esa idea. Los cristianos no creemos en la idea que nos hacemos de Dios, sino en el “Dios Real y Mayor de lo que nosotros nos podemos imaginar”, que humanamente nos mostró Jesús y, en cuya búsqueda, nos orienta el Espíritu. El Dios de Jesús, no se identifica con ese “dios todopoderoso”, que algunos imaginan, y hace y deshace a su capricho; ni con esa idea de un “dios” al que hay que temer, porque lleva cuenta de nuestras fechorías; ni con esa idea de un “dios que premia y castiga”, porque estaría en contra de lo que nos pide Jesús: “amad a vuestros enemigos”. Ni con ese “dios lejano”, porque todo lo creado está empapado de Dios; ni con ese “dios de los buenos”, porque, “las prostitutas y los pecadores llevan la delantera hacia el reino de Dios”. Lo que debe orientar nuestra búsqueda de Dios es la experiencia que Jesús tuvo de su Padre y que le llevó a promover la vida para todos y para todas, en igualdad y justicia, hasta morir en esa lucha. El cristiano cree en Dios, pero no en las ideas sobre Dios, que son fabricaciones humanas., necesarias, pero inadecuadas.

PARA DIALOGAR EN EL GRUPO O EN LA FAMILIA

Vamos a hacer nuestra, una oración de Pablo: “Que el Dios del señor Jesucristo… os dé espíritu de sabiduría, para que lo puedan conocer; os ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que Dios os llama y podáis disfrutar de la grandeza que Dios os reserva…” (Efesios 1, 17-19). Después de lo reflexionado y orado, vamos a dialogar:

¿Qué ideas tengo sobre Dios?
En mi vida ¿qué incide más, mis ideas de Dios o el Amor que Dios me tiene?


PARA LA ORACIÓN PERSONAL Y/O EN FAMILIA

  • Ponte en la presencia del Señor. Guarda silencio… Cuando lo creas conveniente vuelve a leer el Evangelio, pero como si Jesús te lo estuviera diciendo a ti… Escúchale y acoge sus palabras.
  • Párate un momento y fíjate en Jesús, en lo que Él significa para ti y piensa que muy cerca de ti hay personas que todavía no le conocen. Piensa en ellos… Son ellos a los que Jesús te pide que lleves la Buena Noticia…
  • Piensa ¿qué puedo hacer para acercar el amor de Dios a alguna persona cercana a mí? ¿Qué puedo hacer para acercarme con cariño y respeto a alguien?
  • No termines sin concretar lo anterior y sin darle gracias a Dios por este rato, con estas u otras palabras:

¡Gracias, Señor, por tener un corazón de Padre y Madre! …
Si al pensar en mis hijos me emociono más de lo que a veces quiero;
si al verlos en peligro corro a socorrerles con el corazón en vilo;
si cuando hacen alguna fechoría estoy deseoso de perdonarlos;
si cuando desbaratan mis planes tiendo siempre a justificarlos;
si cuando tengo que corregirlos sólo sé hacerlo con cariño;
si cuando los castigo, me duele en lo más íntimo;
si cuando se me pierden me encuentro perdido hasta encontrarlos
y recuperarlos sanos y salvos…
Si esto me pasa a mí, que no soy bueno,
¡qué no te pasará a Ti, que eres bueno,
que tienes un corazón de ensueño y que no sabes desconfiar de mí,
aunque me haya apartado de tí!
¡Gracias, Señor, por tu corazón de Padre y Madre!


ORACIÓN CONFIADA EN EL PADRE

En tu bondad y ternura descansa mi vida.
Tú me cubres, tú me proteges.
Tú eres mi refugio y fortaleza,
eres mi Dios, mi esperanza, la estrella que me guía.

Bajo la fuerza de tu amor, no temo: estoy seguro.
Bajo la lona de tu tienda, me siento tranquilo.
Aunque la lluvia caiga con fuerza y el viento me golpee,
a tu lado, mi vida está firme ante el peligro.

Tú me libras con tu mano, tú me amparas con tu ternura.
Aunque el dolor llame a mi puerta y golpee a mi ventana;
aunque la prueba y la crisis oscurezcan mi camino.
estoy seguro, de que tú no me fallas.

Como la gallina acoge a sus polluelos bajo sus plumas;
como el niño busca calor y protección en los brazos de su madre,
así mi corazón te busca a ti, Dios mío,
desde el amanecer hasta el caer de la tarde.

Bajo tus alas tengo refugio, tengo una defensa;
eres baluarte, roca firme en quien se estrella la ola;
eres escudo y armadura contra el dolor que me cerca,
eres mi salvación, mi esperanza cada hora.

Contigo todo es posible, aun los mayores imposibles,
porque tu gracia y tu bondad están conmigo.
sé tú mi refugio, el poder que actúa en mi debilidad,
y la fuerza que anima, paso a paso, mi flaqueza.

Tú me llevas en tus manos para que mi pie no tropiece;
tú guías mis pasos y haces llano mi sendero;
tú eres la luz que abre camino a mis noches:
contigo mi pobre corazón se mantiene entero.

A la sombra de tus alas, pongo mi vida, Señor.
Bajo la bondad y firmeza de tu ternura me cobijo.
Guárdame, defiéndeme, sé fuerte a mi lado,
que a pesar de todo, Señor, quiero ser siempre tu hijo.

LECTURAS DEL RÓXIMO DOMINGO, 22 DE ABRI DE 2015

Deuteronomio 4, 32-34.39-40: “Medita en tu corazón, el Señor es el único Dios”.

Salmo 32: “Dichoso el pueblo que el Señor se escogió”.

Romanos 8,14-17: “Somos hijos de Dios y coherederos con Cristo”.

Mateo 28, 16-20: “Yo estoy con vosotros todo los días”.

RECUERDA

El sábado, día 2 de Junio, de 10 a 14 horas, celebramos en el Esqueleto el “DIA DE LA ESPERANZA” DEL POLIGONO SUR, al cumplirse los 15 años del Plan Integral.

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