El Pan de la Palabra. Domingo 30 del T.O.B



PARROQUIA Nª Sª DE LA SALUD - SEVILLA - DOMINGO 29 T. O. B - 21 OCTUBRE 2018
(Tomada de PARROQUIA DE SAN PÍO X)

ORACIÓN PARA DISPONER EL CORAZÓN:

Espíritu Santo, Luz que penetra los corazones, abre mis ojos al asombro del amor. Soy un ciego en el camino de la vida, incapaz de comprender lo que Dios quiere hacer conmigo. Revélame su paso, en el camino, dame fe para salir a su encuentro, y suplicarle, como Bartimeo: “Señor, que yo vea”.

ESCUCHAR A LOS EXCLUIDOS

En el camino de Jericó a Jerusalén, se produjo la conversión del último discípulo. Se trata de Bartimeo, ciego y mendigo, más exclusión imposible. Cuando se enteró del paso de Jesús, comenzó a gritar, como diciendo ¡Eh, estoy aquí! Rodeando a Jesús iban los discípulos, hoy podríamos decir que le acompañaban los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas, los laicos, hombres y mujeres, más comprometidos de la parroquia. Dos cosas, hay que destacar: Por un lado, el grito del mendigo, por otro, las reacciones de los que acompañan a Jesús. Es importante caer en la cuenta de ellas, porque se siguen dando hoy:

Primera reacción: Los que siguen a Jesús, muchos de ellos, no le echan cuenta, siguen indiferentes al grito del caído en la cuneta, como si ese no fuera su problema. Alguien dirá: “¡Es que estaban escuchando a Jesús! Y yo os digo, como decía San Juan, “¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? (1 Jn 4, 20b).

Segunda reacción: Otros, han escuchado el grito, pero le dicen: “¡Cállate!, ¿No ves que estamos haciendo oración? No molestes ahora”. Es como el cura que en medio de la misa, dice: “Señora, saque al niño de la iglesia que está llorando y yo estoy predicando”. Como si el llanto de un niño no fuera una sublime predicación.

Tercera reacción: La de Jesús. Se dirige al caído con estas palabras: ¡Ánimo, levántate! Jesús se para, se acerca, lo identifica y se enraíza en su vida. Y aquel mendigo, al ver la actitud de Jesús, cambió, le siguió y se hizo de los suyos.

LA PALABRA DE DIOS: MARCOS 10, 46-52

“En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego, diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”.

PARA COMPRENDER MEJOR EL TEXTO:

CONTEXTO: El relato del ciego Bartimeo es clave en la enseñanza de Jesús a sus discípulos, camino de Jerusalén. Unos discípulos que, bastante faltos de fe, no comprenden a su Maestro. En otro contexto, este relato sería, simplemente, un milagro de curación, pero aquí es, además, un relato de llamada al seguimiento y al discipulado, precisamente de los últimos.

EXPLICACIÓN: El ciego Bartimeo está “al borde del camino”. Se trata de un excluido, junto al que todos pasan en la mayor indiferencia, que al enterarse de que Jesús se acerca grita: “Hijo de David, ten compasión de mi”. Tampoco a los que van con Jesús, ayer y hoy, les interesa la situación del ciego. Por eso, le mandan a callar. Pero, el ciego no se resigna, y grita más fuerte. Jesús, le oye. Para Jesús es el grito de un hermano, de un hijo de Dios, e inmediatamente, con ternura, le llama. Y el ciego reacciona: Tira el manto y da un salto. Todas sus esperanzas están ahora en Jesús. Este es el verdadero milagro, que el mismo ciego realiza.
Desde el punto de vista narrativo, la pregunta, ¿qué quieres que haga por ti?, no tiene sentido. ¡Qué va a querer un ciego! La pregunta que le hace Jesús, es la misma que, el domingo pasado, hacía a Santiago y Juan. Pero la respuesta es completamente distinta. Los dos hermanos quieren el poder. El ciego “quiere ver” para "caminar" con él. No se trata de un ver físico, sino de ver el camino para poder seguirlo.

CONCRECCIÓN: Jesús no solo se acercó a los ciegos, cojos y tullidos; también se acercó a los pecadores públicos, a las prostitutas, a las adúlteras. Nosotros aún seguimos hoy creyendo que los pecadores que nosotros rechazamos, son también rechazados por Dios. Ellos nos preceden en el Reino de los Cielos, porque seguimos estando ciegos a la manifestación de Dios en Jesús.

PARA DIALOGAR EN EL GRUPO O EN LA FAMILIA

Según el Evangelio de hoy, Jesús busca la integración de los más débiles, como Bartimeo, en la comunidad de sus seguidores, no se conforma solo con atenderlos y asistirlos. Nuestras actividades parroquiales, de alguna manera, atienden a enfermos, drogadictos, empobrecidos, inmigrantes, trabajadores parados o precarios, minorías étnicas, presos…

  • ¿Piensas que están preocupadas, también, por la integración de estas personas en la Comunidad Parroquial o solo se proponen atenderlo socialmente?

PARA PENSAR PERSONALMENTE

¿En qué sentido puedo decir yo también, como el ciego Bartimeo:
"Maestro, que pueda ver"?

PARA LA ORACIÓN PERSONAL Y/O EN FAMILIA

  • Prepárate para este rato de oración. Jesús, una vez más, va a pasar por tu camino. Haz silencio por un momento…
  • No te preocupes como estés, cansado, desesperanzado, agobiado… Bartimeo estaba al borde del camino, donde ni siquiera cae la semilla. Para él todo era oscuro, nada tenía futuro. Pero, no. Jesús va a pasar también por ese camino. Seguramente a ti, como a Bartimeo, no te gusta tu situación, por eso, grítale a Jesús, haz que te oiga… Cuéntale como te sientes…
  • Jesús tiene sus oídos abiertos para escucharte; su corazón está deseando de abrazarte… Oye, te llama por tu nombre, te anima, te levanta. Te habla de corazón a corazón: “¿Qué quieres que haga por ti?”, te pregunta. Tómate tiempo para responder. Agradece este encuentro con esta oración:

Gracias, te has acercado a mí para decirme ¡Ánimo! ¿Qué necesitas?
Aunque no te veo, siento tus pasos... Te agradezco que seas Tú el que se me acerca.
Como Bartimeo te grito: ¡Ten compasión de mí!
Ilumíname para descubrir los impedimentos que me roban la claridad de tu presencia.
Te necesito, Jesús, y no quiero que pases de largo.
Tú nos has dejado dicho: “pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”.
Te lo pido, Jesús, no te alejes, óyeme, que son muchas las cosas me impiden mirarte.
Gracias porque al acercarte a mí, me permites ponerme a tu lado.
Ya no tengo miedo de tropezar. ¡Tú eres mi seguridad!
Jesús, yo también, como Bartimeo, quiero seguirte por el camino.


ORACIÓN DESDE LAS CUNETAS DE LOS CAMINOS

Aquí estoy, Señor,
como ciego en la cuneta del camino,
desanimado, quejoso y cansino,
a saltos por la vida y sin sentido.

Seguro que estas a mi lado, pero no te veo.
Tengo los ojos tan cerrados
a fuerza de golpes y castigos
que, aunque quiero, no puedo verte
y caminar contigo.

Pero, hoy, al oír el tic-tac de tus pasos
y el timbre de tu voz inconfundible,
algo en mí se ha estremecido
con la fuerza de un sol recién amanecido.

Tú lo sabes, Señor,
te busco, te quiero, te necesito,
para andar los caminos de la vida
sabiendo que no voy perdido.

¡Que pregunta, me haces, !Señor!
¿Qué puedo desear más que ver tus caminos
y cogido de una mano contigo, con la otra
unirme a esa gente que son tus amigos?

DOMINGO 30 T. O. B. 28 de octubre de 2018

Jeremías 31, 7-9: “Mirad que yo os reuniré”.

Hebreos 5, 1-6: “Él puede comprender a ignorantes y extraviados”.

Marcos 10, 46b-52: “Recobró la vista y le seguía por el camino”.

RECUERDA

Jueves, 1 de noviembre: festividad de todos los Santos. Eucaristía a las 12:30
Viernes, 2 de noviembre: día de los difuntos. Eucaristía a las 19:30

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