Eucaristía del Envío



El domingo, 7 de octubre, nuestra comunidad celebró la Eucaristía del Envío. En ella se presentaron todos los equipos que trabajan en la pastoral. Se invocó al Espíritu, y toda la comunidad fue enviada a vivir el evangelio, a anunciarlo y a ser testigos de Jesús donde nos encontremos. En las ofrendas cada equipo presentó un símbolo sobre la pastoral que realiza. El nuevo equipo que se acababa de formar, el de Acogida o Intercultural, formado por personas de todas las nacionalidades que hay en nuestra parroquia, presentaron las banderas de sus países.


Luego tuvimos una comida en la que cada nacionalidad preparó un plato propio de su tierra. ¡Todo estaba exquisito!. Fue una real y profunda convivencia.


Se adjunta la homilía del párroco:

     Hace unos días leía un libro cuyo título es “La llegada de un Dios salvaje” (Jaime Tatay S.J.). En él se contaba la siguiente historia real:

“En 1995, los técnicos del Parque Nacional de Yellowstone decidieron reintroducir el lobo después de que, siete décadas antes, se capturase con trampa el último ejemplar. Esa decisión —muy polémica en su momento— transformó el paisaje de Yellowstone en poco tiempo de una forma tan radical que hasta los propios gestores del parque no podían dar crédito a lo que estaban viendo.

Los biólogos e ingenieros que han estudiado el proceso con detenimiento comienzan ahora a entender los complejos mecanismos que desencadenó la llegada de un depredador tan eficiente como el lobo en un ecosistema que, hasta el momento, había estado dominado por grandes herbívoros como el alce, el búfalo o el ciervo.

El primer efecto de la reintroducción, bien conocido por los estudios de dinámica de poblaciones, fue el rápido incremento de los depredadores y la también drástica reducción de los grandes herbívoros hasta que, finalmente, ambas poblaciones alcanzaron un punto de equilibrio. El segundo efecto observado —y también esperado— fue la progresiva recuperación de la cubierta vegetal y la llegada de nuevas especies que, debido la excesiva presión de los herbívoros, habían desaparecido casi por completo.

Entre ellas destacan las plantas de ribera, que volvieron a crecer junto a ríos y arroyos reduciendo la velocidad del agua, reteniendo ramas y favoreciendo la sedimentación. Como resultado de este proceso —nada esperado—, el trazado lineal de los ríos de Yellowstone fue transformándose, poco a poco, en otro más sinuoso, hasta el punto de crearse meandros y pequeños islotes, que a su vez permitieron la entrada de nuevas especies.

Dicho de forma telegráfica, la introducción de una pequeña manada de lobos acabó transformando radicalmente el paisaje de Yellowstone, modificando incluso el curso de los ríos”.


     Al preparar la Eucaristía del Envío pensé que nuestra pequeña comunidad viene a ser como esa región. Una comunidad que en general funciona bien, que tiene sus reuniones, su profundización en la fe, el compromiso de los diversos equipos, sus celebraciones; en ella vivimos una espiritualidad y una religiosidad; y cada uno tiene sus costumbres, sus ritmos, reza sus oraciones, participa en lo que puede,…

     Pero estamos en un momento importante, en el que le pedimos a Dios su Espíritu que nos impulse a toda la comunidad y a cada uno como impulsó a los apóstoles después de la Resurrección del Señor; que sea como esa “manada de lobos” que vaya transformando con su presencia, su fuerza y nuestra acción nuestra vida y nuestro entorno.

     Conviene que continuemos reorientándonos, que vayamos dando nueva forma a lo que vivimos, que no nos dejemos arrastrar por lo que hemos hecho siempre, por la inercia, por la comodidad; que nuestra comunidad continúe abriéndose, que continúe acogiendo a todos los que puedan acercarse, como hacía Jesús, con cariño, con ternura, con ánimo, acogiendo, acompañando, orientando, haciendo que todo el que se acerque se sienta en su casa, en la casa de Jesús.

     Somos una comunidad pequeña, en un barrio relativamente grande. Un barrio que necesita palabras y acciones que transmitan esperanza, y que transmitan el sentido de la vida. Un barrio en el que se necesita que se manifiesten los valores humanos, los valores cristianos, la honradez, la solidaridad, la franqueza, la colaboración, la fraternidad,… es decir, crecer en dignidad como personas y como barrio. A eso nos invita el Papa Francisco cuando nos habla de salir a las “periferias”.

     Hoy es el día en que pedimos al Espíritu que irrumpa en nosotros, que nos dé fuerza, sabiduría y capacidad de amar para que en nuestra comunidad, en nuestro entorno y en nuestro barrio el paisaje de nuestra vida vaya cambiando, evolucionando, construyendo ese proyecto que Dios tiene, y que nos confía a nosotros: que todo ser humano pueda vivir y vivir con dignidad, sintiéndonos hermanos, hijos del Padre: su Reino.


Eucaristía





Celebración













Eucaristía del Envío Eucaristía del Envío Reviewed by Parroquia de la Salud on octubre 09, 2018 Rating: 5

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