El Pan de la Palabra. DOMINGO VI T. O, C



PARROQUIA Nª Sª DE LA SALUD - SEVILLA - DOMINGO VI T. O, C. – 17 DE FEBRERO 2019
(Tomada de PARROQUIA DE SAN PÍO X)

ORACIÓN PARA DISPONER EL CORAZÓN:

Espíritu Santo, hazme ver cómo es la felicidad del Reino. A veces pienso, Señor, que sólo quien disfruta de la vida, quien no ha visto la desgracia, puede ser plenamente feliz. Pero, si esto fuera así, la mayor parte de la humanidad estaría privada de la felicidad que todos deseamos. Espíritu Santo, ayúdame a confiar en las palabras de Jesús: ¡Felices los últimos, porque el Reino de Dios es suyo!

¿A QUIENES LLAMA JESÚS ¡DICHOSOS!?

Según el Evangelio, Jesús, llama “dichosos” a los que la sociedad marginaba y sigue marginando. En su recorrido por las aldeas de Galilea se encontró con gente pobre que no pueden defender sus tierrecitas de los poderosos terratenientes, y les grita. “Dichosos los que no tenéis nada, porque vuestro rey es Dios”. Observa a mujeres hambrientas y a niños desnutridos, y no se puede callar, y les grita: “Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados”. Ve como lloran los campesinos, de rabia y de impotencia, cuando los recaudadores se llevan lo mejor de sus cosechas, y les da ánimo: “Dichosos los que ahora lloráis porque reiréis.

La gente no se toma las palabras de Jesús como un burla, porque no les habla desde un palacio. Jesús está con ellos. No lleva dinero, camina descalzo y sin túnica de repuesto. Es un indigente más que les habla con fe y convicción total. Por eso, los pobres le entienden. No son dichosos por su pobreza, sino porque Dios está de su parte. Su sufrimiento no durará para siempre. Dios les hará justicia. Jesús sabe muy bien que sus palabras no significan ahora mismo el final del hambre y la miseria de los pobres. Pero el mundo tiene que saber que ellos son los hijos predilectos de Dios, y esto confiere a su dignidad una seriedad absoluta. Su vida es sagrada.

Esto es lo que Jesús quiere dejar bien claro en un mundo injusto: los que no interesan a nadie, son los que más interesan a Dios; los que nosotros marginamos son los que ocupan un lugar privilegiado en su corazón; los que no tienen quien los defienda, le tienen a él como Padre.
Los que vivimos acomodados en la sociedad de la abundancia no tenemos derecho a predicar a nadie las bienaventuranzas de Jesús. Lo que hemos de hacer es escucharlas y empezar a mirar a los pobres, los hambrientos y los que lloran, como los mira Dios. De ahí puede nacer nuestra conversión.

LA PALABRA DE DIOS: LUCAS 6, 17. 20-26

“En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas”.

PARA COMPRENDER MEJOR EL TEXTO:

CONTEXTO: Hemos dado otro salto de más de un capítulo en la lectura del evangelio de Lucas. La escena se desarrolla en un rellano al bajar Jesús del monte donde se retiró a orar y donde acaba de elegir a sus discípulos. El discurso está dirigido a sus discípulos y a un gran gentío que se había congregado para oírle. Es una enseñanza que va dirigida a todos.

EXPLICACIÓN: No es fácil explicar las Bienaventuranzas. En cuanto se leen, puede pensarse que Jesús está diciendo a los empobrecidos: “Ahora estáis pasando hambre y eso es malo, pero llegará un día en que vosotros comeréis hasta hartaros y los que ahora os están haciendo pasar hambre, serán los que lo pasarán mal”. Esto, así dicho, no puede ser el pensar de Dios. Parece, más bien, una teología para tranquilizar las conciencias, que no libera a los oprimidos y que encierra una trampa: Dar por bueno lo que está sucediendo hoy y aquí, y soñar que un día puedan cambiar las cosas. Jesús no está declarando feliz a la pobreza sino al pobre, y no por ser pobre, sino porque él no es causa de que otro sufra. Dichoso porque a pesar de todo, él puede seguir creciendo en humanidad.

El colmo del cinismo llega hasta querer convencer al pobre de que se resigne a su pobreza, porque Dios se lo pagará con creces en la otra vida. Las bienaventuranzas no son un sí de Dios a la pobreza ni al sufrimiento, sino un rotundo no de Dios a las situaciones de injusticia. Por eso, Lucas añade: ¡Ay de vosotros los ricos!, dejando bien claro que no habría pobres si no hubiera ricos.

CONCLUSIÓN: El evangelio no nos invita a valorar la pobreza en sí, sino a no ser causa del sufrimiento de otro, negándole lo que necesita para vivir. No es voluntarismo lo que se nos pide, sino toma de conciencia. El Evangelio de hoy, no se dirige a mi vecina, ni a mi compañero de comunidad, se dirige a mí. Soy yo quien estoy entre los bienaventurados o entre los desventurados. Hoy, una vez más, me invita a la conversión, al cambio. Hoy, también, nuestro Dios, el Padre de la misericordia, me llama a abrazar las Bienaventuranzas y a experimentar la felicidad de la vida entregada por amor.

PARA ORAR PERSONALMENTE Y/O EN FAMILIA

  • Comienza la oración invocando al Espíritu Santo: Ven, Espíritu Santo. Abre mi vida para saber escuchar la palabra de Jesús. Fortaléceme para ser amigo(a) de Jesús y de los pobres. Pon en mi vida la alegría de Dios.
  • Déjate sorprender por la alternativa de vida que propone Jesús. Dale vueltas en tu corazón hasta hacerla tuya.
  • Dirige tu mirada hacia los débiles que conoces con nombre y apellidos. Jesús tiene siempre puestos los ojos en ellos, y te propone que tú hagas lo mismo. Habla con Jesús de lo que las personas que te rodean, pueden esperar de ti…, lo que debes denunciar con energía… y lo que debes anunciar con alegría…
  • Termina dando gracias a Dios:

Gracias, Señor, porque vivimos rodeados de tu amor.
Tú quieres ver felices a todos tus hijos y hijas, sin excepción,
ese es tu proyecto de Reino, esa es tu voluntad.
Y has dejado en nuestras manos la tarea de hacer
felices a los hermanos y hermanas.
Enséñanos a ser como Tú: a interesarnos por el prójimo,
a mirar especialmente por los pobres y marginados
y ayudarles con cuanto somos y tenernos,
haciéndonos sus amigos.

Gracias, Dios de bondad, por Jesús, tu Hijo y hermano nuestro,
que nos regaló un único y mandamiento, el del amor fraternal.
Ablanda, Señor, nuestro duro corazón para que nos cale su mensaje,
y soñemos con hacer realidad el sueño de Jesús:
Que acabemos con la pobreza en el mundo,
que superemos el hambre y la sed,
que las vacunas lleguen a todos los rincones de la tierra,
que haya escuelas para todos los niños y niñas,
que acompañemos a los tristes y deprimidos…
También queremos ser felices nosotros mismos, es lo que Tú quieres,
pero sabemos que no hay otro modo de alcanzar nuestra propia felicidad
que tratando de hacer felices a los demás.



PERO NO, SEÑOR, HAY QUE DECIR QUE NO

Si dijese que sí, Señor, que todo va muy bien,
que el mundo es justo y bueno, y está regido por la igualdad,
que sus leyes son humanas
o que estos tiempos no dan para más…

Si dijese que las cosas son así porque sí,
y ahí están y no les demos vueltas:
Si éste está arriba y ese otro abajo, es culpa de la vida;
si alguno va de puerta en puerta
con su pobreza a cuesta es porque no es capaz de más…

Si dijese que sí,
que todos tenemos igualdad de oportunidades,
que el esfuerzo es lo que cuenta, que la revolución es una quimera,
que los ricos también lloran, que el ser pobre tiene sus ventajas
que allá cada cual con su conciencia…

Si dijese que exageras,
que las bienaventuranzas no sirven para este época,
que la pobreza, el hambre y las lagrimas, son tierra baldía y yerma;
si buscase el aplauso y que nadie hablara mal de mi persona…

Si dijese lo que a veces se dice:
que el mundo no funciona con tus promesas,
que de nada sirve maldecir a los de arriba,
que es bueno el libre mercado…

Si dijese que sí…,
entonces sería el momento de hablar seriamente
de los que anuncian paraísos en la tierra,
de los que dicen que tu evangelio aliena,
de nuestras cuentas secretas,
de mi vida y de mis apuestas.
Pero no, Señor. Hay que decir: NO

DOMINGO DOMINGO 2º T O, C. 20 DE ENERO DE 2019

Jeremías 17, 5-8: “Bendito quien confía en el Señor”
1ª Corintios 15, 12.16-20: “Si Cristo no ha resucitado vuestra fe no tiene sentido”
Lucas 6, 17.20-26: “Dichos los pobres:¡Ay de vosotros los ricos”

RECUERDA

  • SáSábado y domingo, 22-23 de febrero, Retiro de jóvenes







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