El Pan de la Palabra. DOMINGO II T. O, C



PARROQUIA Nª Sª DE LA SALUD - SEVILLA - DOMINGO II T. O, C. – 20 DE ENERO 2019
(Tomada de PARROQUIA DE SAN PÍO X)

ORACIÓN PARA DISPONER EL CORAZÓN:

Ilumíname, Señor, para acoger tu Palabra. Disponme a salir de mi mismo y abrir mi corazón a lo que hoy quieres decirme. Pido la intercesión de tu Madre, María, para poner en tus manos las necesidades de nuestra Comunidad y de los vecinos de nuestros barrios. Señor, así como cambiaste el agua en vino en Caná de Galilea, quiero oír de ti una Palabra que me cambie. Amén.

¡NOS FALTA VINO!

Una sociedad individualista y de desigualdades, donde cada uno triunfa en la misma medida en que logra seguridad y bienestar, aunque la amistad, la alegría, la gratuidad y la solidaridad desaparezcan del horizonte humano, personal y colectivo, se parece mucho a una fiesta de boda en la que falta el vino… El papa Francisco decía, hace un par de años: “Necesitamos salir a la calle, provistos de vino nuevo que contagie la alegría de la vida. En estos tiempos…, hay que lograr que las personas encuentren un consuelo, un amigo, en el que apoyarse y que le ayude a pasar esos duros momentos”

Todavía se sigue pensando que es mejor amar que no amar. Pero, con frecuencia, el amor queda reducido a un intercambio autocomplaciente y útil, donde las personas sólo buscan su propio interés. En la práctica, muchos estarían de acuerdo con aquel planteamiento de S. Freud: “Si amo a alguien, es preciso que éste lo merezca por algún motivo”.

¿Es posible la convivencia humana como una mera asociación de intereses privados? Uno comprende que algunos, se olviden que el otro es hermano, si no se cree que Dios es Padre de todos. El amor absoluto a cualquier persona es un «vino» que comienza a escasear. Pero no lo olvidemos. Sin este “vino” no es posible la verdadera alegría y la sana convivencia entre los humanos. Se trata de un “vino” que sólo lo saborean quienes han creído en el amor gratuito de Dios Padre y viven animados por un espíritu de verdadera fraternidad.

LA PALABRA DE DIOS: JUAN 2,1-11

“En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: No les queda vino. Jesús le contestó: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él diga. Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: Sacad ahora y llevádselo al mayordomo. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él”.

PARA COMPRENDER MEJOR EL TEXTO:

CONTEXTO: El evangelio de Juan que acabamos de leer, es la tercera Epifanía de Jesús, después de las narradas por Mateo y Lucas sobre “los magos” y “su bautismo”. El gesto de Jesús, convertir el agua en vino, es el “signo” de la transformación salvadora que Jesús quiere realizar: CONVERTIR LA DURA EXISTENCIA HUMANA EN UNA FIESTA DE AMOR Y DE COMÚN-UNIÓN.

EXPLICACIÓN: Juan a la acción de Jesús no le llama “milagro”, sino “signo” de algo mucho más profundo. Todo ocurre en el marco de una boda, la fiesta más expresiva del amor humano y la mejor manera de rememorar la comunión plena de Dios con la humanidad. La salvación que trae Jesucristo ha de ser vivida como una fiesta que sacia la sed humana de felicidad.
En aquellas aldeas, como en casi todas partes, el vino es indispensable en una boda. Es, además, para aquella gente el símbolo más expresivo del a mor y la alegría. ¿Qué puede ser una boda sin alegría y sin amor?

APLICACIÓN: ¿Cómo intentamos seguir a Jesús sin cuidar más entre nosotros la alegría y el amor? ¿Qué puede ser más importante para la Iglesia y para nuestra sociedad? ¿De qué sirven tantas reuniones, catequesis, homilías, congresos y pastorales, si no somos capaces de introducir amistad y cariño en nuestras relaciones? ¿Cómo se habla de “celebraciones” litúrgicas con una fe triste y aburrida o un tono autoritario y amenazador? Muchos esperarían de Jesús fuerza y estímulo para vivir de manera más sensata y gozosa, pero si solo conocen una religión aguada, seguirán alejándose.


PARA DIALOGAR EN GRUPO O EN FAMILIA

María y Jesús están en una fiesta de boda, y ahí manifiestan que Dios da motivos para la esperanza y la alegría. De esta alegría queremos hablar.

¿Qué diferencias hay entre la “juerga”, “el cachondeo”, el vivir “indiferentes” los problemas comunes, y la alegría de la que nos habla el Evangelio?

¿Qué muestras de la alegría anunciada por Jesús, da nuestra Comunidad a nuestros barrios?

PARA REFLEXIONAR PERSONALMENTE

¿Soy, como Jesús, un “signo” de Dios, para los demás?

PARA ORAR PERSONALMENTE Y/O EN FAMILIA

  • Comienza tu oración, haciendo silencio y signándote con la señal de la cruz… Piensa que estás a la espera de un signo nuevo de parte de Dios, para ti…
  • Recréate pensando que Jesús está en tu familia, en tu trabajo, entre tus vecinos, en tu comunidad…, tratando de convertir “el agua en vino”, es decir, de dar motivos de alegría y esperanza, y razones para la solidaridad y el compartir…
  • Haz como María, háblale a Jesús de las personas a las que quieres y te necesitan… Recuérdale a Jesús la situación de tus amigos y amigas, de tus vecinos y vecinas, de los enfermos y enfermas que conoces, de los que han perdido su trabajo… es una manera extraordinaria de querer a los demás…

Padre, ¡Qué ganas tienes de poner alegría en mi vida, a veces, tan cansada!
Pongo mi barro en tus manos, Señor. Hazme de nuevo.
Te ofrezco mi tinaja de agua. Llénala con tu vino.
Haz que crezca cada día mi fe en Ti. Llena de alegría mi vida
María, intercede por mí,
para que tenga tu mirada de compasión
ante las necesidades de los otros.
Que cuide la vida de los otros
Y haga lo que Jesús me diga.


NO TENEMOS VINO…

No tenemos vino, Jesús:

Para las bodas de hermandad, donde festejamos el amor
que tú nos brindas…

Para los encuentros vecinales, donde haces crecer nuestro amor…

Para el abrazo solidario con los inmigrantes...

Para reivindicar, sin cansarnos, la humanización
de nuestros barrios...

Para el encuentro del perdón, que sana,
renueva y rehabilita...

Para la fiesta del amor familiar, limpio,
hondo y agradecido...

Y, por eso, andamos tristes y apocados,
sin gracia y con la ilusión apagada.

Y tú nos sigues diciendo:
¡Venid todos a la fiesta!
¡Hay vino para todos, hasta rebosar la alegría!
Haced entre todos un pan tierno y grande
y yo pondré abundante y generoso vino.

Queremos seguir tu receta, Señor,
por eso celebramos el encuentro contigo.
Vamos todos a la fiesta,
es el Señor el que invita.

DOMINGO DOMINGO 2º T O, C. 20 DE ENERO DE 2019

Isaías 62, 1-5: “El Señor te prefiere a ti”
1ª Corintios 12, 4-11: “En cada uno se manifiesta el Espíritu para bien común”
Juan 2, 1-11: “No les queda vino… Haced lo que él os diga”

RECUERDA

  • Sábado , 26 de Enero, a las 10:30, catequesis “Despertar”
  • Jueves, 24 de enero, a las 17:00, Consejo Parroquial




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